HIMNOS A SAN JERÓNIMO


I VÍSPERAS

 

Al padre de los huérfanos,

noble patricio veneciano

que se hizo servidor de pobres

por el Reino del cielo,

a este héroe del amor divino,

al beato Jerónimo Emiliani

cantamos.

 

En una oscura celda,

triste, y de todos olvidado,

cuando la patria y los amigos

te niegan el rescate,

en ella, humilde, pones tu esperanza,

y acude entre luz, a liberarte,

María.

 

Cambia, entonces, tu vida,

y dejas paso a tu Maestro;

y sientes ansias de una Iglesia

santa y reformada.

Recoges niños, y haces de padre,

curas, lavas y vives y mueres

con ellos.

 

Demos gloria a Dios Padre,

fuente de todo bien. Y al Hijo,

y en él permanezcamos firmes.

Y al Espíritu Santo.

 

Y con María, sintamos tu mano,

que del cielo protege, atenta, y guía,

 

¡Emiliani!

 

 

 

 

OFICIO DE LECTURA

 

Entonemos un canto gozoso

a quien Dios quiso Padre de huérfanos,

al que fue servidor de los pobres

y su gloria en sus obras mostró.

 

La mismísima Madre celeste,

refulgente de rara belleza,

lo libró de opresoras cadenas

y apartó del camino del mal.

 

Desde entonces, dejándolo todo,

se entregó sin reservas a Cristo:

recogía a los niños sin padre

para hacerles de padre después.

 

Atraídos por su ardiente celo,

muchos son los que quieren seguirlo:

él los guía hacia Cristo, Maestro;

ellos siembran el bien y la paz.

 

Y ahora, que goza en el cielo,

multiplica en la tierra sus gracias:

quien lo invoca con fe o bebe el agua

de su fuente, recobra la luz.

 

A ti, oh Dios, Uno y Trino, den gloria

nuestras voces unidas, cantando

en honor del Miani; y por siempre,

algún día, se unan a él. Amén.

 

 

 

 

LAUDES

 

Que nuestro canto exalte la caridad inmensa

que Dios, Padre amoroso, quiso infundir en ti

para que fueras padre, Jerónimo, en su nombre,

y así, hijos, sintamos la ternura de Dios.

 

Vencido por la vida, salvado por la Madre,

lo abandonaste todo para seguirlo a Él:

y ves, crucificado, a Cristo en los que sufren,

y sirves a los pobres como si fueran Él.

 

La Iglesia ha recogido, valiente, tu testigo,

y quiere que los fieles imiten tu virtud.

Nosotros te pedimos, antorcha refulgente,

que sigas atrayendo a todos a Jesús.

 

Ahora, desde el cielo, protege e intercede

por cuantos, confiados, te invocan con fervor:

a gloria de Dios Padre, que reina con el Hijo,

 

unidos al Espíritu para la eternidad. Amén.

 

 

 

 

II VÍSPERAS

 

Juntos cantemos un himno ferviente

a san Jerónimo, Padre de los huérfanos,

que Dios ha dado al mundo, en  prueba

de su inmensa ternura.

 

La dulce Madre, entre resplandores,

viene en su ayuda y suelta sus cadenas;

y lo conduce, libre, entre enemigos,

hacia una vida nueva.

 

Deja las armas, renuncia a la fama.

Busca, sin descanso, niños por las calles;

les da cobijo, forma, educa y ama,

haciéndoles de padre.

 

Obra tan santa su muerte no apaga:

pues, tras sus huellas, un tropel inmenso

sigue educando, con ardor y celo

digno de tal maestro.

 

Dios, con sus signos, respaldó su obra

mientras vivía. Y ahora, desde el cielo,

oye, piadoso, a cuantos lo invocan

con su súplica devota.

 

Dios Uno y Trino, que todos te alaben,

tu misericordia borre nuestras culpas.

Y a estos tus hijos, concede, benigno,

el celo de Emiliani. Amén.

 

 

 Cantos a San Jerónimo